Muros

Nadie olvida el día que entró en prisión. Cata fue consciente de dónde estaba cuando recibió un manguerazo de agua. Mehdi se dio cuenta de que había perdido la libertad cuando le cerraron la puerta de la celda. Para Diego resultó ser la llegada al lugar perfecto para ascender en el mundo del crimen. Y para Culopato fue como llegar al barrio: el patio de la cárcel de El Acebuche le recuerda a la plaza de Las 200 viviendas. A partir de ahí, es difícil encontrar algo de luz detrás de los muros. Diego ha decidido ayudar a los demás como forma de reparar algo del daño que él ha infligido. A Mari le gustaría abrazar a Eugenio, su pareja, el único hombre que la ha tratado bien. Pero está preso en otra cárcel por su culpa.