Comer en carretera

Hoy empezamos por un restaurante que pasó de viejo mesón castellano a templo para amantes de la carne. En Essentia, a pie de carretera en Tarancón, han premiado su chuleta como la mejor del mundo. Aquí secan sus propios jamones y, si te gusta la piel del cochinillo, tienes que parar aquí. Camino a Santander alcanzaremos el restaurante La Flor. Un bar de carretera que, por reinventarse, puso un food truck en la puerta. Aquí te esperan unas rabas de campeonato o ricos guisos de cuchara hechos con mimo y cariño. Los que saben vienen aquí desde siempre. Y terminaremos en un asador de Cuenca, famoso por el tamaño de sus letras, y de su parrilla. En Marchena te esperan las mejores chuletillas manchegas o un queso frito más que adictivo. De aquí no hay camionero que no salga contento, pero, por si acaso, tienen un vigilante en la puerta, un loro que repite: ¿has pagao? ¿has pagao?.